Palabra para ofrendar e instrucciones para hacerlo

¿Has escuchado que Dios bendice al dador alegre? En este artículo te brindaremos una poderosa palabra para ofrendar que traerá bendición a tu vida. Además, conocerás las instrucciones que Dios nos da para hacerlo.

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Palabra para ofrendar – ¿Cuáles son las Instrucciones de Dios?

La palabra de Dios nos enseña reglas básicas sobre cómo debe ser la apreciación del cristiano con respecto al dinero y a los bienes materiales. Partiendo del mensaje de la salvación, de la gracia del Señor, que fuimos comprados a precio de sangre, como cristianos reconocemos que:

  • El Señor nos liberó y ahora somos siervos de Él, nosotros no nos pertenecemos.
  • Si no nos pertenecemos, lo que tenemos tampoco nos pertenece.
  • Todas las cosas provienen de Dios, todo le pertenece a él.

Salmos 24:1 (LBLA): Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan.

Por tanto, nosotros somos simples administradores de lo que el Señor nuestro Dios nos deja a nuestro resguardo. Con esta función viene implícita la responsabilidad que tenemos ante él de la forma como usamos o manejamos lo que nos ha encargado.

En esta ocasión haremos un repaso por la palabra para ofrendar de Dios en el Antiguo Testamento y en Nuevo Testamento. Para comprender las instrucciones que el Señor nos da, a fin de que seamos buenos administradores de sus posesiones y saber usarlas para buenas obras.

2 Corintios 9:8 (DHH): Dios puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras.

Palabra para ofrendar de Dios en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento la primera instrucción de Dios en su palabra para ofrendar es lo referente al diezmo, que representa la décima parte de un todo. Estas instrucciones se dieron en el tiempo que Dios libera al pueblo de Israel, sacándolo de Egipto para darle en posesión la tierra rica y fértil de Canaán, sobre esto se puede leer en:

Levítico 27:30 (RVC): –El diezmo de la tierra es del Señor, lo mismo de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles. Se trata de una ofrenda consagrada al Señor.

Dios da esta instrucción al pueblo de Israel con la intención de que siempre recordaran quien les había provisto y enseñarles que ante todas las cosas primero es el Señor. Esta instrucción es para nosotros también hoy en día, porque a veces pasamos a amar la bendición dejando de amar a quien nos dio la bendición.

Con esta instrucción Dios además nos demuestra una vez más su generosidad, porque permitía que el pueblo se quedase con la novena parte de toda la cosecha, y para el solo pedía una parte. En el mundo no podremos encontrar un mejor socio que Dios, que aun aportándolo todo, solo pide un décimo de las ganancias.

Dios también dio instrucciones sobre ofrendas en tres fechas especiales en cada año, que eran fiestas solemnes. En las cuales el pueblo no podía ir con las manos vacías al presentarse delante de Jehová, las fiestas eran: Los panes sin levadura, el de las semanas, la de los tabernáculos, en estos días la instrucción era clara.

Deuteronomio 16:17 (RVC): Cada uno presentará su ofrenda, conforme a la bendición que el Señor tu Dios le haya dado.

Proverbios 3:10 (TLA) así nunca te faltará ni comida ni bebida.

Palabra para ofrendar de Dios en el Nuevo Testamento

La palabra de Dios que nos da en el Nuevo Testamento  respecto a la ofrenda queda muy clara en las palabras de Jesús en:

Lucas 6:38: Denles a otros lo necesario, y Dios les dará a ustedes lo que necesiten. En verdad, Dios les dará la misma medida que ustedes den a los demás. Si dan trigo, recibirán una bolsa llena de trigo, bien apretada y repleta, sin que tengan que ir a buscarla.

Porque Dios es generoso, él da en abundancia, aquí Jesús nos dice que al dar le permitimos a Dios bendecirnos aún más. El Padre Celestial se complace al ver nuestros corazones dadivosos

La ofrenda que el Señor nos demanda no es porque Dios lo necesite, porque él es el dueño del oro y la plata, como está escrito en:

Hageo 2:8:  El SEÑOR Todopoderoso dice también: el oro y la plata son míos.

Salmos 50:12: Si tuviera hambre, no te lo diría, porque soy dueño del mundo y de todo lo que hay en él.

De manera que Dios nos enseña palabra para ofrendar porque su deseo es que tengamos un corazón dadivoso, que seamos generosos como él lo es. Con nuestras ofrendas además dice su palabra, que acumulemos tesoros en el cielo, que es una riqueza eterna e indestructible.

Mateo 6:20: Es mejor que amontonen riquezas en el cielo. Allí nada se echa a perder ni la polilla lo destruye. Tampoco los ladrones pueden entrar y robar.

Pero ese acumular tesoros o riquezas en el cielo implica varias formas de ofrenda, no necesariamente es ofrendar dinero. Una forma por ejemplo de acumular riquezas eternas, es ganar almas para Cristo, ese es el mayor tesoro del Señor.

Dicho esto, veamos a continuación otros ejemplos de ofrenda, según los principios de Dios sobre la Palabra para ofrendar.

Nosotros como ofrenda viva a Dios

Nosotros somos la ofrenda más agradable y fragante a los ojos de Dios, somos el sacrificio vivo consagrado al Señor. Este es el mayor deseo del Señor, nuestra entrega sincera y total dependencia a Dios.

Para que esta ofrenda se cumpla lo primero que debe ocurrir es que Dios ocupe el primer lugar en nuestras vidas. Dios debe estar por encima de dinero, familia, bienes materiales, en fin, sobre toda cosa que pueda ocupar un lugar en nuestros corazones.

Un ejemplo claro de este nivel de ofrenda nos la da Abraham en el pasaje donde Dios le pide ofrendar a su hijo. ¿Y nosotros? ¿Le hemos entregado a Dios nuestro Isaac? Sea cual sea, el nombre que tenga ese Isaac, puede ser carro, casa, hijos, esposo, esposa, dinero, etc., la palabra de Dios dice:

Mateo 6:21 (RVC): Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

En segundo lugar, es entregar a Dios una parte de lo que él nos da para la obra del Señor. Este mensaje lo entendieron muy bien las iglesias de Macedonia, a las que el apóstol Pablo pone como ejemplo en sus enseñanzas a la iglesia de Corinto:

2 Corintios 8:5 (PDT): No dieron simplemente de la manera que esperábamos, sino que primero se entregaron al Señor y luego a nosotros siguiendo la voluntad de Dios.

Ofrendar según lo recibido de Dios

En la primera parte de este artículo pudimos ver que las instrucciones de Dios en los tiempos de Moisés sobre la ofrenda, era que se le diera una décima parte de todo lo cosechado por el pueblo de Israel.

Ahora en los tiempos de la gracia del Señor, la palabra de ofrenda de Dios no exige una cantidad o proporción exacta a dar para sus obras. Sino que esta cantidad la deja a nuestra libre disposición de hacerlo según como él Señor no haya prosperado:

1 Corintios 16:2 (RVC): Cada primer día de la semana, cada uno de ustedes ponga algo aparte, según lo que haya ganado, y guárdelo, para que no se tengan que recoger las ofrendas cuando yo esté allá.

Ahora queda de nuestra parte cuanto vamos a ofrendar para que la obra del Señor se cumpla en todo el mundo. No hay una cifra, ni un porcentaje, la cantidad la dicta cada corazón agradecido con nuestro Padre Celestial y Jesucristo.

La ofrenda en estos tiempos marca o determina el nivel de agradecimiento que tengamos por las bendiciones de Dios recibidas. Así como el deseo que tengamos de acumular riquezas o tesoros eternos en el cielo.

Un ejemplo de este nivel de agradecimiento lo da un hombre de nombre Robert Gilmour LeTourneau (1888 – 1969), quien sirvió a Dios y a sus semejantes. Este hombre dispuso en su corazón ofrendar a Dios, el 90% de su sueldo más 90% de las ganancias de todas sus empresas.

En una oportunidad alguien le preguntó: ¿Realmente usted le da a Dios el 90% de todos sus ingresos?, a lo que LeTourneau, respondió:

No, yo no le doy nada a Dios, todo le pertenece a Él, yo sólo retengo el diez por ciento de lo que me da.

La adoración es una ofrenda

La ofrenda se debe hacer en nosotros una práctica constante, más que un hábito. Porque la ofrenda es un acto de adoración, pero igualmente adoración es una forma de ofrendar.

Si bien ofrendar puede ser en algún momento por algo puntual, por agradecimiento de una petición cumplida por el Señor en nuestras vidas, esta acción no se puede quedar en solo algo ocasional. La ofrenda debe ser constante y sistemática, cuando nuestro empleador secular nos paga un salario, lo hace semanal, quincenal o mensual.

Así debemos actuar nosotros con lo ofrendado al Señor, recordemos que alguien está esperando estos recursos para una buena obra; y de la misma forma lo hará Dios con nosotros, nos bendecirá constantemente, su bondad es tan grande que, aunque no le demos Él nos bendice. Cuanto más nos bendecirá si disponemos en nuestro corazón ofrendar al Señor con adoración.

Dios ama al dador alegre

Cuando llevemos nuestra ofrenda al alfolí del Señor debemos ir con alegría, sabiendo la buena voluntad que Él tiene para nosotros. A Dios no le agrada que demos algo por obligación, incluso tampoco quiere que lo hagamos por agradarle.

Dios quiere que la ofrenda nazca en la voluntad de nuestro corazón con alegría y buena disposición, como está escrito en:

2 Corintios 9:7 (LBLA): Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre.

Proverbios 10:22 (LBLA):  La bendición del Señor es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella.

Ofrendar con sabiduría

Jesucristo nos enseña en la parábola de los siervos en Lucas 19: 11-26 que debemos ser sabios administradores de lo que Dios ponga en nuestras manos. Como cristianos debemos colocar lo que Dios nos dé, donde nos produzca mayores intereses espirituales.

Pues todos rendiremos cuentas al Señor de lo que fue puesto en nuestras manos. No solo desde el punto de vista monetario, sino que también debemos ser sabios en la administración de todos los aspectos de nuestras vidas.

El Señor nos demanda a ser sabios y buenos administradores de nuestro: tiempo, pensamientos, dones y talentos, relaciones interpersonales, así como de nuestra economía.

Si no somos capaces de ser buenos administradores de lo que el Señor ha dispuesto poner en nuestras manos, claro está en el mensaje de la parábola de Jesús sobre los siervos: Estaremos destinados al estancamiento y al retroceso.

1 Pedro 4: 10 (RVR 1960): Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

Dios mide con sabiduría el tamaño de nuestra ofrenda en la medida de nuestra sabiduría y fe al ofrendar:

Marcos 12: 43-44 (NTV): 43 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: -Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan. 44 Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía para vivir-.

Ofrendar sirviendo a Dios

Al principio hablamos sobre la gracia que gozamos de haber sido comprados por Cristo. El Señor pago con su propia sangre por todos nuestros pecados, sin merecerlo ninguno de nosotros.

Nadie hizo nada para merecer la gracia del Señor, Él lo hizo porque le plació. Por tanto, le pertenecemos a Cristo, y debemos decirlo con gozo.

Pero este sacrificio no se puede quedar allí, el mensaje de la salvación debe ser llevado a los confines de la tierra. Nosotros debemos compartir ese gozo que representa pertenecer a Cristo, es además una orden de Jesús, como está escrito en:

Marcos 16:15 (LBLA): Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

Pero para cumplir este mandato del Señor, se requiere de una gran labor que lleva a cabo la iglesia edificada en la fe de Jesucristo. Como nos enseña el apóstol Pablo en la carta a los efesios capítulo 4, la unidad en el cuerpo.

Efesios 4:12-13 (NTV): 12 Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. 13 Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.

Debemos por tanto ofrendar para que la iglesia disponga de los recursos necesarios para cumplir con la obra encomendada por el Señor. Y si no es con dinero también podemos ofrendar poniendo a disposición de la iglesia nuestro servicio según los dones y talentos que hemos recibido de Dios.

Si es el caso que no disponemos del tiempo para la obra del Señor, entonces hagámoslo con ofrendas para la obra evangelizadora. Esta ofrenda la debemos asumir como una honra de servir ayudando con las misiones que llevan el mensaje de salvación de Cristo Jesús por todo el mundo.

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Palabra para ofrendar – La ofrenda no es dinero es semilla

Un principio básico en el tema de las ofrendas, es que el cristiano debe tener el discernimiento y la sabiduría, de comprender que la moneda en el Reino de Dios no es dinero es semilla. De manera que debemos ver nuestra ofrenda en el proceso de la semilla, que se produce en el siguiente orden:

  • La semilla (ofrenda).
  • Lluvia del cielo.
  • Los rayos del sol.
  • El crecimiento.
  • Producción de frutos.
  • Sobre abundante cosecha, prosperidad.
  • Dios da generosamente, nuestro excelente y único proveedor.

Esto nos deja claro que al ofrendar no estamos malgastando nuestro dinero, o cualquiera sea la forma de nuestra ofrenda. Al contrario, estamos sembrando, y según sea el tamaño de nuestra siembra será el nivel de la cosecha.

2 Corintios 9:6 (NTV): Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra solo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante.

Palabra para ofrendar – Citas bíblicas para meditar 

Para finalizar te invitamos a leer algunas citas o pasajes bíblicos que te mostraremos a continuación, para que medites en ellas con el entendimiento y la sabiduría del Espíritu Santo:

  • Proverbios 3:9-10
  • 2 Corintios 9:6-8
  • Filipenses 4:19
  • Lucas 12:16–21
  • I Crónicas 29:11-12
  • Lucas 16:9–13
  • Deuteronomio 8: 18ª
  • Salmo 37:25
  • Hechos 20:35
  • Proverbios 22:7
  • I Timoteo 5:8
  • Eclesiastés 11:2

El aprender a compartir es una acción que se practica con amor, y en este artículo, Diezmos y ofrendas: un acto de amor con retribución, destacaremos la importancia de los Diezmos y ofrendas que se deben entregar a Dios de corazón, en señal de agradecimiento por todo lo que nos concede en la vida. ¡No dejes de leerlo!

De igual forma te invitamos a leer sobre cómo orar por las ofrendas, diezmos y primicias, así como el artículo: Mayordomía cristiana: principios, práctica y mucho más.

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